Hoy he decidido retomar una de los mayores placeres de la vida, he decidido volver a escribir.
¿Sabéis? Creo que poco a poco me voy conociendo. Os sonará a chorrada diréis "bah, ¿cómo no te vas a conocer?¿si no te conoces tú quién lo va a hacer?" pero creerme, no es tan sencillo como parece, conforme van pasando los años, vas madurando, cometiendo errores, asumiendo y corrigiendo fallos, y te vas dando cuenta de que nunca eres la misma persona que eras ayer, evolucionas, creces, te adaptas y moldeas tu forma de ser hasta llegar a forjar tu personalidad por completo.
En mi opinión, una de las cosas más importantes en la vida es conocerse a uno mismo. Conocer tus defectos y tus virtudes, tus puntos débiles, quererte y respetarte. Y esto último tampoco es tarea fácil y menos teniendo en cuenta lo contaminada de prejuicios que está nuestra sociedad.
Bien, como decía, he descubierto que soy mucho más complicada de lo que creía. Soy el ying y el yang. Soy mi peor enemigo. Soy dulzura, tranquilidad, pero también soy lija y fuego. Soy libertad sin compromisos, descubrir, crear, amar. Soy inseguridad, fragilidad, miedo. Soy la mano que siempre está ahí para levantarte, soy amiga, soy amante, soy novia, soy confidente, soy paciencia, soy perseverancia, soy crueldad, soy inocencia, soy ternura.
No soporto sentirme atada a alguien, ni sentirme su propiedad, no soporto la rutina, los gritos, sentirme infravalorada, que me subestimen, el racismo ni la homofobia.
Soy Marta, soy soñadora, risueña, melancólica.
Soy la mujer de mi vida.
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